Inés Elvira Vesga: Buenos días. Esto es “Con Energía”, un nuevo espacio creado por Holland & Knight para discutir sobre temas de actualidad relacionados con el sector energético. Soy Inés Elvira Vega, socia del área de recursos naturales y energía de la firma. Hoy estamos comenzando esta serie con un invitado muy importante. Se trata del Dr. Amylkar Acosta Medina, ex ministro de Minas y Energía de Colombia, ex senador de la República. Una persona muy vinculada al mundo de la energía y cuya voz tiene mucha relevancia en el sector. Comenzar esta serie con una persona como el Dr. Amylkar es comenzar con el pie derecho, pues su visión derivada de su amplia trayectoria en el sector, nos dará una perspectiva muy amplia y crítica de los temas que vamos a discutir hoy. Dr. Amylkar, bienvenido y muchas gracias por aceptar nuestra invitación a inaugurar esta serie de entrevistas que hoy comenzamos con usted.
Amylkar Acosta: Muchas gracias, Inés. Muy complacido en compartir este espacio con ustedes y espero que corresponda esta ocasión a la coyuntura del país en el tema energético.
Inés Elvira Vesga: Sí señor. Esa es la idea. Tenemos tantos temas de los cuales hablar y tanto que aprender de usted que esperamos que el tiempo sea suficiente para ello. A mí me gustaría abrir esta conversación pidiéndole que nos comparta sus reflexiones sobre esta aparente tensión que existe entre quienes consideran que no se puede descartar los combustibles fósiles y los que consideran, por el contrario, el reemplazo de estas fuentes debe ser inmediato. Se lo pregunto porque el cambio climático, pues es una realidad innegable. La necesidad de disminuir la temperatura del planeta también lo es. Pero si uno mira las conclusiones de la COP28, si bien se habla en ellas del principio del fin de los combustibles fósiles, también es cierto que no se fijaron unas metas inmediatas o de corto plazo y se reconoce la necesidad de que la transición sobre la cual, como dije al principio, hay consenso, se haga de manera ordenada. Usted tiene una doble visión de experto en energía, pero además de economista. Entonces, desde esa perspectiva, cuál cree usted que es el justo medio para conseguir el resultado? ¿Entre la disminución de la temperatura del planeta y la satisfacción de las necesidades energéticas de todos los habitantes?
Amylkar Acosta Bueno, comencemos por decir hay un antes y un después del año 2015. Ese año se dieron dos acontecimientos de la mayor importancia. El primero de ellos fue la realización de la Conferencia de las Partes de la Convención de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático. La COP21 en París fue la convocatoria más importante, más nutrida y más representativa de la comunidad internacional y en esta cumbre se firmó el Acuerdo de París en respuesta a los retos que le plantean al mundo, a la humanidad, el cambio climático. Y el propósito fundamental de ese acuerdo es el de la descarbonización de la economía con miras a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, que son las principales causantes de ese cambio climático.
Con ocasión de esta cumbre, cada uno de los países adquirió unos compromisos. Colombia, por ejemplo, adquirió el compromiso de reducir sus emisiones en un 21 por ciento que posteriormente el presidente Duque amplió esa ambición al 51 por ciento de reducción de nuestras emisiones hacia el año 2030, considerado como la meta volante para llegar a la carbono neutralidad en el año 2050. Pero ese mismo año se aprobaron también los 17 objetivos del desarrollo sostenible, que entre otras cosas, esta fue una iniciativa de Colombia que fue presentada por el presidente Santos en el año 2012 en la Cumbre de Ríoy allí fue acogida y posteriormente fue adoptada por las Naciones Unidas. Entre estos 17 objetivos del desarrollo sostenible resalto el objetivo siete, que tiene que ver con el acceso a la energía y explícitamente se plantea acceso a energía limpia. Cuando estamos hablando de acceso a la energía estamos hablando por un lado de la disponibilidad de la energía, porque si no se dispone de la energía, pues no se puede acceder a ella. Pero también estamos hablando del poder adquisitivo y los precios y las tarifas para que las personas puedan tener acceso a esa energía que se busca su universalización como un servicio básico e indispensable.
Y el otro objetivo importante en relación al Acuerdo de París es el objetivo 11, qué tiene que ver con la acción climática. Es decir, las estrategias y las acciones que cada uno de los países debe emprender en procura de enfrentar los retos del cambio climático. Dicho esto, se plantea entonces el camino a seguir. Y ahí es en donde cobra relevancia la transición energética, que básicamente lo que plantea la transición energética es integrar a la matriz eléctrica las fuentes no convencionales de energías renovables y limpias. Pero aquí quiero hacer una acotación que me parece de la mayor importancia. La transición energética así entendida no lo es todo para el objetivo planteado en el Acuerdo de París de la descarbonización de la economía. Es parte de lo que hay que hacer para alcanzar esas metas a las que me refería anteriormente. Pero no lo es todo. Y esta acotación me permite precisar la importancia que tiene esta estrategia de descarbonización y la misma transición energética para avanzar en ese objetivo. Para darnos la hoja de ruta para alcanzar ese objetivo difiere mucho de país a país, porque no hay una receta universal, no hay una fórmula mágica para decir cómo se debe dar esa transición energética y por eso yo prefiero hablar de una transición energética a la colombiana.
¿Qué es lo que hace que la hoja de ruta de la transición energética en Colombia difiera o debe diferir de la hoja de ruta de la transición energética de otros países? En primer lugar, cuando uno observa a nivel global cuál es la principal fuente de emisiones de gases de efecto invernadero, resulta que el 73 por ciento de las emisiones de gases de efecto invernadero en promedio en el mundo provienen del sector energético. Ese no es el caso de Colombia. En Colombia, la principal fuente de emisiones de gases de efecto invernadero, no siendo Colombia tampoco un país que sea responsable de grandes emisiones, pero tiene emisiones de gases efecto invernadero y tiene un compromiso de reducirlas. Resulta que en Colombia las principales fuentes que causan emisiones de gases de efecto invernadero son el cambio de uso del suelo, la ganadería, la agricultura y sobre todo, la deforestación. Sumados estos factores, estamos hablando del 55 por ciento. Colombia, a diferencia de otros países, tiene una matriz eléctrica relativamente limpia, porque en Colombia aproximadamente el 63 por ciento de la capacidad instalada de generación de electricidad es de origen hídrico. Al contrario del resto del mundo, en donde ese mismo porcentaje de capacidad de generación instalada corresponde al parque de generación térmica, ya sea utilizando gas, utilizando carbón o utilizando combustibles líquidos. Eso es lo que marca la diferencia entre Colombia y el resto del mundo.
En segundo término, no es lo mismo, no puede ser igual una hoja de ruta de transición energética en un país para ponerle nombre propio como Alemania, que depende de las importaciones de petróleo, de las importaciones de carbón y de las importaciones de gas. A otro país, llamado Colombia, que depende pero de, no de las importaciones, sino de las de-exportación del petróleo y del carbón, que constituyen los dos principales renglones de exportación — y, en consecuencia, las dos principales fuentes generadoras de divisas. Pero además, es la principal fuente de ingresos tanto para el gobierno central por la vía del mercado de impuesto de renta y a través también de los dividendos que elegirá la estatal petrolera Ecopetrol, como también de los municipios y departamentos que dependen mucho de las regalías que pagan las empresas extractivas en el país. Para darle una idea, los ingresos que recibe la nación por este concepto representan más del 24 por ciento de sus ingresos corrientes, y los únicos recursos ciertos con los que cuentan los municipios y departamentos para financiar sus planes de inversión provienen precisamente del Sistema General de Regalías. Dicho esto, entonces Colombia tiene que avanzar en una hoja de ruta que consulte estas realidades.
Otra realidad que nos hace diferente con respecto a otros países del mundo es que en Colombia — y no solamente en Colombia, yo diría que en América Latina — hay un estudio de la Comisión Económica para América Latina, la CEPAL, que ya lo advertía hace más de una década de los riesgos que significaba la re-primarización de la economía de los países de la región. Esto, desde luego, no es conveniente y planteaba desde ese entonces, hace una década, la CEPAL, de la necesidad de diversificar la economía. En esta coyuntura entonces en la que estamos de una transición energética, es menester en un país como Colombia — y me atrevo a decir, para América Latina — la única salida exitosa para poder tener una transición energética justa, una transición energética inteligente, una transición energética exitosa, es que la transición energética debe ir acompañada de una estrategia de transformación productiva. Este no es el caso, vuelvo al ejemplo de Alemania porque son países industrializados. En cambio, en Colombia, a consecuencia de la re-primarización de la economía y de los efectos que causó la llamada enfermedad Holandesa, sufrimos más bien un proceso de desindustrialización y de marchitamiento del sector agrícola. Pues ahora que estamos empeñados en esta transición energética, repito, para que esta transición energética sea exitosa, tiene que ir de la mano con un proceso de transformación productiva que permita diversificar la economía, estimulando otros sectores como es el sector agrícola, como es el sector industrial y como es también el sector del turismo. Pero claro, esto tiene que darse. Colombia no puede renunciar. Colombia no puede prescindir prematuramente de estos dos renglones que ya pondere la importancia que tienen para la economía y para las finanzas del país, sin asegurarse, antes de tener otra fuente de ingresos que de divisas que pueda suplir lo que hoy nos proporcionan el sector de los hidrocarburos y el sector del carbón.
Por lo tanto, y con esto voy redondeando mi respuesta un poquito larga, de lo que se trata entonces de establecer a qué ritmo. Porque efectivamente al petróleo, al carbón le llegó la hora de su ocaso. Pero uno no puede llegar a la tarde sin pasar por el mediodía. O no podemos pensar con el deseo de que podemos pasar abruptamente de una economía re-primarizada a una economía diversificada. Desde luego, esta diversificación y la misma transición demandan ingentes recursos y hoy por hoy Colombia no tiene otra fuente generadora de recursos para poder apalancar el desarrollo de esta estrategia de diversificación que el petróleo y el carbón. Por eso, a mi juicio, es un error la posición asumida por este gobierno presidido por el Dr. Gustavo Petro, de alejarse, de prescindir de la firma de nuevos contratos de exploración y de explotación de hidrocarburos. Y además de descartar la firma de nuevos contratos para explotar carbón a gran escala y hacerlo de una manera abrupta. En un país en donde particularmente en hidrocarburos, Colombia tiene unas precarias reservas y unas reservas que no nos alcanzan para más de siete años en petróleo y no nos alcanza para más de seis años en gas natural. Y la única manera de extender esa autosuficiencia en petróleo y gas en el país es incorporando más barriles a las reservas de petróleo y más pies cúbicos a las reservas de gas. Y a ello no podemos llegar si no es sobre la base de estimulando, de estimular y de apoyar esta actividad. En este momento, particularmente, la mayor preocupación que hay en el país es en cuanto al abastecimiento de gas natural.
Inés Elvira Vesga: Sobre eso le quiero hacer una pregunta después de esta. Pero me gustaría que nos recibiéramos otro tema y es si usted se fija el modelo adoptado por nuestros vecinos Brasil, Guyana, por ejemplo, parte precisamente de decir voy a explotar todo lo que tengo en el subsuelo para financiar precisamente la transición. Entonces pensaría uno que ese es un modelo que en el que si se logra realmente la justicia, que no se puede desvincular de la transición, porque ya no estamos hablando de transición, sino de transición justa, ¿no?
Amylkar Acosta: Sí, claro, tienes toda la razón, aludiendo al caso de Brasil y al caso de Guyana. Guyana, como lo sabemos, es el nuevo rico de la cuadra. En estos momentos está produciendo alrededor de 300.000 barriles día. Aspira a producir antes de un año más de 1 millón de barriles, que fue la producción que alcanzó Colombia en su mejor momento en el año 2014/2015. Pero que desde entonces la producción, al igual que las reservas, han venido declinando y en este momento la producción en Colombia está alrededor de 780.000 barriles día. Y en el caso de Brasil, Brasil, irónicamente en la cumbre amazónica que en la cual estuvo Colombia, estuvo Perú, estuvo Ecuador y estuvo Brasil en el marco de la Cumbre Amazónica, el presidente de Petrobras hizo el anuncio al mundo de que Brasil hoy está produciendo alrededor de 3.4 millones de barriles al día, pero que tiene proyectado estar produciendo 5.4 millones de barriles al día para el año 2028. Y esto hace mucho sentido. ¿Por qué? Porque es que de acuerdo con las proyecciones de la Agencia Internacional de Energía, la demanda por petróleo empezará a planearse a partir del año 2030. Y en efecto, venimos de récord en récord en producción y consumo de petróleo en el mundo. El año pasado llegó a producirse y a consumirse en el mundo 101 millón de barriles al día y la proyección de la Agencia Internacional de Energía es que para este año se incrementará en 2 millones de barriles al día para alcanzar un nuevo récord. Y en el caso del carbón, que desde luego lo que uno prevé es que la caída de la demanda del carbón se va a anticipar porque es el más contaminante de los combustibles fósiles, se va a anticipar a la inflexión de la demanda del petróleo. Más sin embargo, en el año 2022 en el mundo se consumieron 1.5 mil millones de toneladas de carbón. El año pasado 1.85 mil millones de toneladas, y se prevé que para este año, de acuerdo con la Agencia Internacional de Energía, tengamos un nuevo récord en la producción de carbón.
¿A qué responde esta circunstancia? A un concepto. Ahí si apelo a mi profesión de economista que desarrolló hace mucho rato uno de los mayores y mejores exponentes de la teoría económica Keynes, que contrario a lo que decía Say, que se conoce como la Ley de Say, según la cual toda oferta creaba su propia demanda, él invirtió esta ecuación y planteó más bien que toda demanda crea su propia oferta. O sea, mientras haya en el mundo quien demande petróleo, quien demande carbón, habrá quien lo produzca, quien lo exporte. Y si no es Colombia, es otro. ¿Quien? Sus competidores. Te pongo un ejemplo patético. En el año 2021 Profeco y Glencore le devolvieron al estado colombiano, dos títulos mineros en el departamento del Cesar en razón de que no le era rentable la operación, dado que los precios del carbón se habían desplomado hasta cotizarse a $35 la tonelada. Nunca pensaron, nunca imaginaron ellos que año y medio después, en razón de la invasión de Rusia, Ucrania, las sanciones que le impuso la OTAN a Rusia, los esos mismos precios del carbón superaron los $400 la tonelada. Pero bien, esas dos minas que le fueron devueltas al gobierno Duque se quedaron cerradas. Llega el nuevo gobierno y dice “No a la reapertura de esas minas, porque va en contravía de nuestra política de no más carbón”. Y esto significa, eso que ha significado en el departamento del Cesar 5.000 obreros cesantes, ha significado una pérdida de ingresos muy importantes tanto en divisas como en regalías e impuestos, y se han dejado de producir 15 millones de toneladas al año. Y ya te explicaba eso fue el año 2021 y en el año 2022 ya te expliqué cómo aumentó la demanda en el mundo por carbón, y en el año pasado también, y este año también. Entonces, la pregunta del millón es será que esos 15 millones de toneladas de carbón que está dejando de producir Colombia con todas sus consecuencias para el país, ¿están contribuyendo realmente al objetivo de la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero en el mundo y a la lucha contra el cambio climático? Pues no, porque otros lo están produciendo.
Te pongo un ejemplo nomás. En Chile el año pasado entró en operación una nueva expansión de su capacidad instalada de generación de energía térmica a carbón de 48 gigavatios. Para darte una idea de qué estamos hablando, toda la capacidad instalada que tiene Colombia de generación de energía es de 20 gigas. Y aquí estamos hablando de 48 gigas, o sea, más del doble de toda la capacidad instalada que tiene Colombia acaba de instalar, y obviamente eso implica una demanda de carbón para poder operar esas plantas. Por eso tú que mencionabas la COP28, ¿qué fue lo que acordó la COP28? Desde luego, en la declaración se dice claramente que estamos en el principio del fin de los combustibles fósiles. Pero en ese mismo texto lo que se acordó por consenso fue tomar distancia de los combustibles fósiles. Pero Colombia no solo está tomando distancia, sino que Colombia por decisión del gobierno, le está dando la espalda a los combustibles fósiles. Tanto es así que en el marco de esta cumbre, el presidente Petro firmó el tratado de no proliferación de los combustibles fósiles. Y si usted lee ese tratado, el tratado lo que dice es que no más exploración, no más producción de petróleo y del carbón. Es decir, que con esta decisión, con esa rúbrica que estampó en este tratado, el presidente Petro, fue mucho más lejos del planteamiento del gobierno de no firmar nuevos contratos, porque en su momento, en defensa de esa posición y ante el riesgo de que Colombia pudiera perder la autosuficiencia, la anterior ministra Irene Vélez y el actual coincidieron en decir es que a la hora de la verdad no necesitamos firmar más contratos porque es que tenemos más de 200 contratos activos que nos pueden garantizar esa suficiencia, esa autosuficiencia. Pero resulta que ahora con la firma de ese tratado, lo que estamos diciendo es que no solamente no vamos a firmar nuevos contratos, sino que la meta de este gobierno es marchitar la actividad hidrocarburífera y del carbón en Colombia.
Inés Elvira Vesga: Ante la realidad que ya tenemos a la vuelta de la esquina, cuando nos dicen que en el 2025 la demanda de gas va a ser superior a la oferta, y apelando a los keynesianos, alguien va a tener que suministrarnos ese gas. ¿Usted no cree que esta realidad pueda hacer que el gobierno se reverse en esa decisión?
Amylkar Acosta: Precisamente ese fue mi pronunciamiento en mi más reciente columna y además en un video que grabamos la semana anterior, en donde yo llamo la atención sobre esta circunstancia, porque de hecho ya hemos tenido un déficit, digámoslo así, coyuntural, de gas natural. Ahora, con ocasión del fenómeno del niño, recordarás que se tuvo que apelar para que el país no se apagara, se tuvo que apelar al parque térmico de generación. Ese parque térmico normalmente participa con un 13 por ciento al 15 por ciento de la generación de energía para satisfacer la demanda del país. Pero con ocasión del fenómeno del niño y la caída en el nivel de los embalses obligó a que superar el 50 por ciento de la oferta de energía fue térmica y más del 70 por ciento de esa generación térmica es a gas. Y desde luego Colombia no dispuso de esa cantidad de gas que se requirió por parte de las térmicas y tocó importarlo.
Se estima que más del 70 por ciento del gas que sirvió de combustible para que las térmicas operaran juegas importado. Aquí llegamos a importar más de 300 millones de pies cúbicos diarios. Afortunadamente, el país ha tenido como respaldo la planta regasificadora del Callao en Cartagena, planta que hice posible que se instalara a mi paso por el ministerio en el año 2014. Autorizamos a través de la CREG las condiciones para que se pudiera instalar esa planta regasificadora que se inauguró en el año 2016 y que tiene una capacidad de regasificación de 400 millones de pies cúbicos diarios. Gracias a esto el país no se apagó. Pero ahora el temor que tenemos es que Colombia se vea abocada ya no a un déficit coyuntural provocado por el fenómeno del niño, como ya lo dije, sino a un déficit estructural. Según la Unidad de Planeación Minero Energética para el año entrante, ya está cantado, tendremos un déficit que puede estar alrededor del 12 por ciento al 15 por ciento de la demanda atendida. Y en el año 2026 ya estaríamos hablando de un déficit del 30 por ciento. Esto lógicamente impone la necesidad de buscar la manera desde ya, de garantizar que podamos contar con esa mayor producción.
En momentos en que las reservas, como ya dije, están cayendo, el año anterior, cayeron en un 14 por ciento las reservas de gas, pero con las reservas, con la declinación de las reservas, viene cayendo también la producción, mientras la demanda es creciente. Estamos llegando a un punto similar al que estamos afrontando en materia de electricidad, en el sentido de que mientras el consumo de energía ha venido creciendo por encima del 7 por ciento, en cambio la oferta ha venido creciendo alrededor del 2.5 por ciento. Esto nos ha llevado a una estrechez entre la oferta y la demanda de energía que hoy oscila alrededor del 3 por ciento al 4 por ciento, que trae dos consecuencias. La una es un riesgo de racionamiento, puesto que una falla en cualquiera de las unidades más importantes de generación del país nos puede llevar a un racionamiento de energía. Pero la otra consecuencia es que esa estrechez entre oferta y demanda viene presionando al alza los precios en bolsa y, desde luego, incidiendo también sobre las tarifas de energía. A eso estamos llegando ahora en materia de gas. Tenemos una estrechez entre oferta y demanda que viene presionando al alza los precios del gas natural en el país. Y si nos toca importar, como nos va a tocar importar gas, vamos a estar expuesto, por un lado, a tener que importar al país un gas más costoso que el que se produce internamente. Para darte una idea, la cotización del millón de BTU de gas natural en el país en este momento de la producción nacional está alrededor de $5. Si lo importábamos en este momento, podríamos estar alrededor de diez $10, $12 ese mismo millón de BTU, lo cual da lugar a un encarecimiento de un combustible que se utiliza para generar energía y por lo tanto, esto va a hacer que el costo de generación de electricidad sea mayor. Y si el costo es mayor, obviamente que el precio también lo va a ser. Y si el precio sube, termina incrementándose las tarifas. En momentos en que el país hay una gran preocupación de los usuarios, especialmente en la región Caribe, por unas alzas desproporcionadas en las tarifas de energía. Pero también esto acarrearía unos mayores costos para la industria, afectando su competitividad. Pero también esto afectaría al sector automotriz. En este momento nosotros tenemos en Colombia alrededor de 700.000 vehículos convertidos a gas y lógicamente esto aumentaría los costos de operación que a su vez terminarían afectando los fletes, afectando el costo de transporte en el país y sobre todo lo más sensible son los más de 10 millones de hogares en Colombia que consumen gas domiciliario. Que hoy por hoy es la energía más barata que se consume en el país. Y esto, como ya lo dije, comenzando esta entrevista, tiene que ver con el acceso a la energía. Porque si la electricidad o el gas es más costoso, lógicamente que eso termina por limitar el acceso. Porque la capacidad adquisitiva se vería lógicamente afectada por esta circunstancia. De manera que si vamos a estar abocados a eso.
Y algo muy importante que al final del día es clave, es que esto afecta tanto la seguridad energética del país como la soberanía energética. Y una de las lecciones aprendidas que nos debe quedar de la crisis energética en Europa es que, primero, que la transición energética no debe poner en riesgo la seguridad energética. Y si el gobierno mantiene esa posición de no más firma de contratos para explorar y explotar petróleo y gas en el país, se está poniendo en riesgo la seguridad energética. So pretexto de la transición energética. Y en segundo lugar, otra lección y es que tanto más importante que la seguridad energética es la soberanía energética. De allí la preocupación que hemos expresado muchos a través de los medios y a través de nuestros escritos sobre el empecinamiento del gobierno en apostarlo todo a depender de Venezuela, para ser Venezuela la fuente de suministro que nos garantice el gas importado.
Inés Elvira Vesga: Dr. Amylkar, una pregunta, vemos hablamos de, de petróleo, de gas, de electricidad, de tarifas. Hablemos de renovables. Usted conoce muy bien La Guajira. ¿Cómo podemos destrabar los proyectos de energía renovables de La Guajira, donde teníamos toda la esperanza en que íbamos a tenerlos los grandes proyectos eólicos y solares allí?
Amylkar Acosta: Mira, tu pregunta me lleva a mostrarte el escenario en el que estamos Colombia, merced a la expedición de la Ley 1715 del 2014.
Inés Elvira Vesga: ¿Es aniversario, no?
Amylkar Acosta: Sí, claro que me correspondió como ministro pedalear en el Congreso. Esa fue una iniciativa del senador José David Name, pero como ministro le dimos todo el apoyo y la sacamos avante. Y en el año 2021, nuevamente el senador José David Name sacó avante su ley 2099 de ese año, en el año 2019, y en el año 2021 se adelantaron tres subastas de energía en las que participó. Participaron empresas interesadas en desarrollar proyectos de energías renovables, fundamentalmente eólica, y se asignaron 2.400 megavatios para desarrollar parques eólicos en el Departamento de La Guajira. Eso le mereció a Colombia un posicionamiento muy importante en transición energética. Tanto es así que el Foro Económico Mundial ubicó a Colombia en su ranking de desempeño de la transición energética en el puesto 29 a nivel global. Y en América Latina, Colombia se ubicó en el tercer lugar. ¿Pero qué pasó después?
Los primeros parques eólicos en La Guajira han debido entrar en operación en el año 2022. A la fecha prácticamente no ha entrado ninguno y adicionalmente a esto se han tenido inconvenientes con las líneas de transmisión, especialmente con la colectora, por demoras en la expedición de la licencia ambiental y en el caso de los parques eólicos en La Guajira, fundamentalmente por dificultades que se han tenido en el relacionamiento con las comunidades étnicas asentadas en el área de influencia de estos proyectos. En los cuales, a mi juicio, ha faltado diligencia y ha faltado un mayor empeño por parte de la anterior y de este gobierno para superar con éxito los desencuentros que ha habido con las comunidades. Y esto, pues, nos ha llevado a una situación en donde uno escucha a diario hablando al ministro de transición energética en el país, pide energías renovables y la propia transición energética, y ese es otro factor que ha influido en la conclusión que te voy a dar. Y es que la ex ministra Irene Vélez le anunció al mundo en noviembre del 2022 que para mayo del año pasado Colombia tendría su hoja de ruta de la transición energética justa.
Mire que ya este gobierno la próxima semana cumple dos años y aún Colombia no tiene esa hoja de ruta de la transición energética justa, a pesar de que el gobierno hace alarde de su compromiso con la lucha contra el cambio climático y ha convertido la transición energética en una especie de mantra para su administración. Es increíble. Entonces, todo esto que te estoy diciendo. Explica que de ese posicionamiento que teníamos, Colombia ha caído 10 lugares en el último informe del Foro Económico Mundial en el desempeño de la transición energética. Colombia pasó del puesto 29 al puesto 39 a nivel global. Y del tercer lugar en América Latina hemos pasado al sexto lugar. Y al paso que vamos la semana anterior tuve ocasión de reunirme con Juan Ricardo Ortega, presidente del Grupo Energía Bogotá, que es la empresa responsable de la ejecución del proyecto de la colectora. Y comentando sobre los atrasos que ha tenido por cuenta de la lentitud de la Agencia de Licencias Ambientales, ANLA, para expedir la licencia ambiental, pues se estima que al ritmo que va la ejecución del proyecto, esa línea colectora puede estar a punto para poder ya transportar la energía e inyectar esa energía proveniente de los parques eólicos en La Guajira el Sistema Interconectado Nacional podría estar en el segundo trimestre del año 2026. De manera que en el evento de que se destrabe la marcha de la ejecución de los parques eólicos en La Guajira, a lo que podríamos llegar es jocoso, pero triste a la vez decirlo, que lo que vamos a tener en La Guajira no son unos parques eólicos de generación de energía, si no unos parques de ventiladores, porque la energía que generen no habría forma de evacuarla. Sería una energía que quedaría confinada sin poderse transportar en momentos en que el país está urgido.
Y ahí aprovecho para hacer un comentario adicional. Porque al comienzo de mi exposición te decía que en el caso de Colombia la transición energética, como te la definí integrando las fuentes no convencionales de energías renovables a la matriz eléctrica, no tiene tanta relevancia como la tienen el resto del mundo, donde la energía es la principal fuente de emisiones de gases de efecto invernadero. Pero a mi juicio, ¿cuál es la importancia mayor que tienen estas fuentes no convencionales de energías renovables en Colombia y su integración a la matriz? Es decir, de la transición energética. Primero, porque el país está requiriendo ampliar su capacidad de generación. Ya te explicaba que en este momento estamos alrededor de 20 gigavatios de capacidad instalada. Según un estudio reciente de Fedesarrollo, para el año 2028, Colombia debe estar requiriendo alrededor de 30. O sea, necesitamos ampliar esa capacidad instalada en 10 gigavatios de aquí al 2030. Y si es necesario, expandir esa capacidad de generación. Qué bueno que el mayor esfuerzo que se haga en esa expansión de la capacidad de generación se haga con fuentes no convencionales de energías renovables y limpias, porque al fin y al cabo, contribuyen al cumplimiento de nuestra meta de reducir nuestras emisiones de gases de efecto invernadero. Es decir, de esa manera estamos robusteciendo nuestra matriz eléctrica.
Segundo hecho que hace importante la integración de estas fuentes no convencionales a la matriz eléctrica. Y es que esto permitiría diversificar aún más nuestra matriz eléctrica. Que ya de por sí, como lo dije anteriormente, está diversificada porque ya no dependemos tanto como dependíamos cuando tuvimos el apagón, en donde más del 85 por ciento de la generación que teníamos en el país era hídrica, hoy tenemos térmica un 30 por ciento. Esto permitiría, repito, diversificar aún más nuestra matriz eléctrica y eso redundaría o redundará en una mayor confiabilidad y firmeza de nuestro sistema eléctrico.
Y tercero, a mi juicio, el mayor mérito que tiene la integración de estas fuentes no convencionales de energía renovable a la matriz, o sea, la transición energética, es que las fuentes no convencionales de energía renovables tienen un atributo que poco se conoce y es que son contracíclicas. ¿Qué quiere decir esto? Que justamente cuando el verano es más intenso y es mayor la sequía, es justamente cuando tenemos más vientos para generar energía eólica y tenemos más horas de sol y mayor radiación solar para generar energía solar fotovoltaica. De manera que ahí hay una complementariedad perfecta que le da una mayor resiliencia a la matriz eléctrica frente a fenómenos extremos como el fenómeno del niño.
Inés Elvira Vesga: Dr. Amylkar, desafortunadamente, se nos acabó el tiempo. Se me quedaron muchos temas pendientes, sobre todo uno que yo sé que es su preferido, por lo tanto lo voy a volver a invitar. No hablamos de biocombustibles, eso amerita otro capítulo.
Amylkar Acosta: Hoy precisamente se está realizando a esta misma hora. Tan pronto me retiré de esta entrevista voy a integrarme a un seminario que se está haciendo sobre el FAF, sobre el combustible sostenible para la aviación, en la cual Colombia está llamada a desarrollar todo un potencial que posee. Pero déjame termino con esta consideración que me parece de la mayor importancia y es la mejor forma a mi juicio, de redondear esta exposición.
Colombia, lo dije tangencialmente al comienzo, a lo sumo es responsable de 0.5 por ciento de la totalidad de las emisiones de gases de efecto invernadero a nivel global. O sea, no es un país que tenga tanta responsabilidad como la tienen otros en cuanto a emisiones de gases de efecto invernadero se refiere. Pero esto no nos puede llevar a asumir para utilizar un término que está muy en boga en este momento. Hablando de transición energética, asumir la posición de polizón climático, ¿qué quiere significar esa expresión de polizón climático? Y es que aduciendo que nosotros no emitimos tantas de tantos gases de efecto invernadero, pues entonces crucemos los de brazos y que sean otros países lo que hagan la tarea por nosotros. Colombia no puede asumir esa posición de polizón climático, pero tampoco Colombia puede asumir la posición y yo estuve averiguando cuál puede ser el contra del polizón climático y encontré la figura perfecta, el Atlas Climático, que es aquel personaje que se echa al hombro el mundo. Colombia no puede pretender ser el gran salvador del mundo. Porque cuanto haga Colombia o deje de hacer no mueve la aguja en el contexto mundial. Y esto explica, entre otras cosas, que en la COP26 quedara sentado un principio para todo este tema de la transición energética y para todo lo que tiene que ver con el compromiso del Acuerdo de París. Y es que establecieron un principio que dice que la responsabilidad de los países de la comunidad internacional frente al cambio climático es solidaria. Es común, la responsabilidad es de todos, pero lo subrayo diferenciada. Con esto lo que quiere decir es que los mayores responsables tanto de los gases de efecto invernadero acumulados en la atmósfera, que fundamentalmente fueron países como Inglaterra, como Estados Unidos, porque desde la, la primera revolución industrial fue cuando empezó a generarse esta situación tan crítica en la que estamos. Por muchos años Estados Unidos y otros países de Europa fueron los mayores responsables de la acumulación de gases de efecto invernadero en la atmósfera. Pero hoy en día el mayor responsable ya no de los gases de efecto invernadero acumulados en la atmósfera, sino de las emisiones actuales de lejos es China. Entonces la responsabilidad no puede ser la misma de un país como China, como Estados Unidos, como la India, que concentran un altísimo porcentaje de esas emisiones de gases de efecto invernadero a un país llamado Colombia, que tiene una contribución modesta a esas emisiones de gases efecto invernadero.
Inés Elvira Vesga: Pues. Dr. Amylkar, nuevamente mil gracias. Ha estado muy complacido oyéndolo. Creo que el conocimiento que usted tiene tan de primera mano de todos estos temas hace que cualquier tiempo para conversar sea breve.
Amylkar Acosta: Muchas gracias. Muchas gracias.
Inés Elvira Vesga: De verdad esperaría poderlo volver a tener en este espacio. Muchas gracias.
Amylkar Acosta: A ti. Muy amable por la oportunidad.